Desentrañando las Teorías de la Motivación Humana: ¿Qué te impulsa?
La motivación humana es un fenómeno complejo y fascinante que ha intrigado a pensadores durante siglos. Desde los primeros filósofos que exploraban el deseo y la voluntad hasta las últimas investigaciones neurocientíficas, la búsqueda de comprender qué nos impulsa a actuar ha sido constante. Este artículo se adentra en la historia de las teorías de la motivación humana, examinando las diversas perspectivas que han surgido para explicar este fenómeno.
A lo largo del tiempo, diferentes escuelas de pensamiento han contribuido al entendimiento de la motivación. Filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles plantearon conceptos fundamentales sobre el deseo, la voluntad y el propósito, mientras que pensadores racionalistas como René Descartes y John Locke enfatizaron la influencia de procesos mentales y físicos en la motivación. La teoría evolutiva de Darwin, por su parte, propuso que el comportamiento motivado tiene una base biológica y evolutiva.
En el siglo XX, las teorías humanistas emergen como un enfoque más positivo, centrándose en el potencial humano y la búsqueda de la autorrealización. Abraham Maslow, por ejemplo, propuso una jerarquía de necesidades que sugiere que las personas están motivadas por satisfacer diferentes niveles de necesidades, desde las básicas hasta la autorrealización. Carl Rogers, por su parte, enfatizó la importancia del yo y la autorrealización para el desarrollo humano.
En el siglo XXI, la neurociencia y la psicología positiva se incorporan a la investigación, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la motivación humana. La teoría de la Expectativa (Victor Vroom) destaca la importancia de la expectativa de que el esfuerzo conduzca a un rendimiento exitoso y una recompensa. Por otro lado, la Teoría de la Autodeterminación (Edward Deci y Richard Ryan) enfatiza la motivación intrínseca, donde las personas se sienten motivadas cuando tienen autonomía, competencia y relación.
- La búsqueda de la motivación humana
- Filósofos y su visión sobre la motivación
- Racionalismo y Empirismo
- Darwinismo y Psicología Evolutiva
- El impacto del psicoanálisis y el conductismo
- Las teorías humanistas: un enfoque positivo
- Abraham Maslow y sus necesidades
- Carl Rogers y la autorrealización
- La neurociencia y la psicología positiva
- Teoría de la Expectativa (Vroom)
- Teoría de la Autodeterminación (Deci & Ryan)
- Conclusión
La búsqueda de la motivación humana
es un viaje fascinante que ha atraído a pensadores desde tiempos inmemoriales. Desde los primeros filósofos que exploraban el origen del deseo y la voluntad, hasta las últimas investigaciones neurocientíficas, la comprensión de qué nos impulsa a actuar ha sido un objetivo constante. Este interés se ha nutrido de diversas perspectivas, cada una aportando su propia luz al enigma de la motivación humana.
La filosofía antigua, con Sócrates, Platón y Aristóteles, planteaba conceptos como el deseo, la voluntad y el propósito como fuerzas que impulsan nuestra acción. El racionalismo y el empirismo de Descartes y Locke enfatizaron la influencia de procesos mentales y físicos en la motivación. En el siglo XIX, Darwin propuso una teoría evolutiva que vinculaba el comportamiento motivado con la supervivencia y reproducción. Siguiendo esta línea, el psicoanálisis de Freud y el conductismo de Watson/Skinner destacaron la importancia de los deseos inconscientes, el condicionamiento y el aprendizaje en la motivación.
En el siglo XX, las teorías humanistas emergen como un enfoque más positivo, centrándose en el potencial humano y la búsqueda de la autorrealización. Abraham Maslow propuso una jerarquía de necesidades que sugiere que las personas están motivadas por satisfacer diferentes niveles de necesidades, desde las básicas hasta la autorrealización. Carl Rogers enfatizaba la importancia del yo y la autodeterminación para el desarrollo humano.
Leer también: ¿Qué Talento Necesita el Futuro? El Perfil Laboral de 2030En el siglo XXI, la neurociencia y la psicología positiva se incorporan a la investigación, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la motivación humana. La teoría de la expectativa de Victor Vroom establece que la motivación está determinada por la expectativa de que el esfuerzo conduzca a un rendimiento exitoso y una recompensa. Por otro lado, la teoría de la autodeterminación de Edward Deci y Richard Ryan destaca la importancia de la motivación intrínseca, donde las personas se sienten motivadas cuando tienen autonomía, competencia y relación con sus tareas. La investigación actual nos acerca cada vez más a comprender el complejo mecanismo que impulsa nuestras acciones, abriendo nuevas puertas para el desarrollo personal y profesional.
Filósofos y su visión sobre la motivación
La motivación humana, un fenómeno complejo que ha fascinado a pensadores durante siglos, se ha abordado desde diversas perspectivas filosóficas. Desde las primeras reflexiones sobre el comportamiento humano hasta las investigaciones contemporáneas, la búsqueda de comprender qué nos impulsa ha sido un tema central en la filosofía occidental. Este artículo explora cómo los grandes pensadores han contribuido a nuestra comprensión del motor que impulsa nuestras acciones y decisiones.
Los primeros filósofos, como Sócrates, Platón y Aristóteles, exploraron conceptos como el deseo, la voluntad y el propósito como fuerzas fundamentales que impulsan al ser humano. Para ellos, la motivación era intrínseca a la naturaleza humana y se basaba en la búsqueda del bien común o la realización personal. Platón, por ejemplo, creía que la virtud era el objetivo final de la vida y que la motivación se derivaba de una búsqueda constante de la perfección moral. Aristóteles, por su parte, enfatizaba la importancia del razonamiento y la acción para alcanzar la felicidad.
Con el desarrollo del racionalismo y el empirismo, figuras como René Descartes y John Locke destacaron la influencia de procesos mentales y físicos en la motivación. Para Descartes, la mente era la base fundamental de la motivación, mientras que Locke postuló que la experiencia sensorial y el aprendizaje eran cruciales para comprender cómo actuamos. Estos pensadores sentaron las bases para una comprensión más científica de la motivación, pero aún se mantenía un enfoque predominantemente racional.
En el siglo XIX, el Darwinismo y la psicología evolutiva impulsaron una nueva mirada sobre la motivación. Charles Darwin propuso que el comportamiento motivado tiene una base biológica y evolutiva, argumentando que las acciones que nos permiten sobrevivir y reproducirnos son las más propensas a ser repetidas. Esta perspectiva enfatizó la importancia de la supervivencia y la reproducción en la motivación humana.
Racionalismo y Empirismo
La motivación humana, un fenómeno complejo que ha fascinado a filósofos y científicos durante siglos, se ha estudiado desde diversas perspectivas. Desde las primeras reflexiones sobre el deseo y la voluntad hasta las últimas investigaciones neurocientíficas, la búsqueda de comprender qué nos impulsa ha sido constante. Este viaje ha recorrido diferentes caminos, incluyendo el racionalismo y el empirismo, dos corrientes que han contribuido a enriquecer nuestra comprensión del comportamiento humano.
El racionalismo, surgido en el siglo XVII, postulaba que la mente humana es capaz de acceder a verdades absolutas y universales a través de la razón. Pensadores como René Descartes y Baruch Spinoza enfatizaban la importancia de la lógica y la deduccion para comprender el mundo y las motivaciones humanas. Para ellos, la motivación se basaba en la búsqueda de conocimiento y la aplicación de principios racionales para alcanzar un estado de perfección o sabiduría.
Leer también: Rol Creativo: Guía Completa para la Metodología del EquipoEl empirismo, por otro lado, se centraba en la experiencia sensorial como fuente fundamental del conocimiento. John Locke y David Hume, entre otros, argumentaron que las ideas y conceptos se construyen a partir de la observación y la interacción con el mundo exterior. En este contexto, la motivación se consideraba un producto de la experiencia sensorial y la formación de hábitos. Se creía que las personas se motivan por los estímulos externos y las recompensas o consecuencias que estos generan.
A pesar de sus diferencias, ambos racionalismo y empirismo contribuyeron a la comprensión del comportamiento humano. El racionalismo aportó una base lógica para analizar las motivaciones, mientras que el empirismo enfatizó la importancia de la experiencia sensorial en la formación de deseos y comportamientos. Estos dos enfoques sentaron las bases para futuras investigaciones sobre la motivación humana, abriendo camino a nuevas teorías y perspectivas que se han desarrollado a lo largo del tiempo.
Darwinismo y Psicología Evolutiva
La motivación humana, un fenómeno complejo que nos impulsa a actuar, ha sido objeto de estudio por filósofos, psicólogos y científicos durante siglos. Desde las primeras reflexiones sobre el deseo y la voluntad hasta las últimas investigaciones neurocientíficas, la búsqueda de comprender qué nos motiva ha evolucionado con el tiempo. Este viaje ha llevado a diferentes teorías que intentan explicar la base biológica y evolutiva de nuestra conducta.
En el siglo XIX, Charles Darwin revolucionó la comprensión del comportamiento humano al proponer un modelo de selección natural. Su teoría del “darwinismo” postulaba que las características que favorecen la supervivencia y reproducción de una especie son más propensas a ser heredadas por sus descendientes. Esta idea se extendió a la psicología evolutiva, donde se busca entender cómo los procesos biológicos y ambientales han moldeado nuestras motivaciones para asegurar la supervivencia y el éxito reproductivo.
La psicología evolutiva se basa en la idea de que las necesidades básicas, como la seguridad, el placer y la afiliación, son impulsadas por una evolución natural. Estas necesidades, según esta teoría, nos han llevado a desarrollar comportamientos específicos que nos ayudan a sobrevivir y reproducirnos. Por ejemplo, la búsqueda de alimento y refugio es un impulso innato que ha sido crucial para la supervivencia de nuestra especie.
La psicología evolutiva también se enfoca en cómo las emociones y los sentimientos juegan un papel fundamental en la motivación humana. Las emociones como el miedo, la alegría o la tristeza pueden ser impulsadas por necesidades biológicas y sociales, y estas emociones, a su vez, influyen en nuestras acciones y decisiones. Por ejemplo, el miedo puede motivarnos a huir de un peligro, mientras que la alegría nos impulsa a buscar relaciones sociales y experiencias gratificantes.
El impacto del psicoanálisis y el conductismo
En el fascinante viaje por las teorías de la motivación humana, es crucial explorar las contribuciones de dos enfoques que marcaron un antes y un después en la comprensión de la conducta: el psicoanálisis y el conductismo. Desde los inicios de la psicología hasta la actualidad, estas escuelas de pensamiento han ofrecido perspectivas únicas sobre cómo se generan las motivaciones, las emociones y los comportamientos humanos.
El psicoanálisis, pioneered por Sigmund Freud, se centró en el inconsciente y sus influencias en la motivación. Freud creía que las experiencias tempranas, especialmente las relaciones con los padres, moldeaban la personalidad y determinaban las necesidades inconscientes que impulsaban el comportamiento. Su teoría del complejo de Edipo, por ejemplo, sugiere que las personas se ven influenciadas por deseos reprimidos y conflictos internos que afectan sus motivaciones. El psicoanálisis enfatizó la importancia de la exploración de la psique para comprender las motivaciones más profundas.
Por otro lado, el conductismo, desarrollado por John B. Watson y otros, se basó en la observación y la experimentación para estudiar el comportamiento humano. Este enfoque postuló que el aprendizaje a través de la asociación y la recompensa era la base fundamental de la motivación. El conductismo enfatizó la importancia del condicionamiento clásico y operante, donde las acciones se aprenden por asociación con consecuencias positivas o negativas. Su enfoque se centró en cómo los estímulos externos influyen en el comportamiento, dejando atrás la exploración del inconsciente.
El psicoanálisis y el conductismo han dejado una huella profunda en la comprensión de la motivación humana. Si bien el psicoanálisis nos invita a explorar las complejidades del inconsciente y las motivaciones más profundas, el conductismo nos ofrece herramientas para comprender cómo el aprendizaje y la asociación con consecuencias afectan nuestras acciones. Ambos enfoques, aunque diferentes en sus métodos y teorías, han contribuido al desarrollo de una comprensión más completa de la motivación humana.
Las teorías humanistas: un enfoque positivo
El estudio de la motivación humana ha recorrido un largo camino desde sus inicios filosóficos hasta las últimas investigaciones científicas. A lo largo de la historia, diferentes perspectivas han intentado explicar por qué las personas se motivan a actuar. Desde los primeros filósofos que exploraron conceptos como el deseo y la voluntad, hasta las teorías modernas que incorporan la neurociencia y la psicología positiva, la búsqueda de comprender la motivación humana ha sido un proceso dinámico e influyente.
En el siglo XX, surge un enfoque más positivo que buscaba entender la motivación desde una perspectiva individual y holística. Este enfoque se conoce como “teoría humanista” y se basa en la idea de que las personas son seres complejos con necesidades innatas y potencialidades únicas. Estas teorías enfatizan el papel fundamental del individuo en su propio desarrollo y crecimiento, reconociendo la importancia de factores internos como la autodeterminación, la autonomía y la autorrealización.
Uno de los pilares fundamentales de las teorías humanistas es la idea de que las personas se motivan por un deseo de alcanzar su máximo potencial. Abraham Maslow, un psicólogo estadounidense, propuso una jerarquía de necesidades que sugiere que las personas están motivadas por satisfacer diferentes niveles de necesidades, desde las básicas como la seguridad y el afecto hasta la autorrealización. Esta teoría destaca la importancia de alcanzar la autoactualización, es decir, desarrollar al máximo su potencial personal y alcanzar un estado de plenitud.
Carl Rogers, otro psicólogo humanista, enfatizó la importancia del “yo” en el desarrollo humano. Rogers creía que cada individuo tiene una capacidad innata para crecer y desarrollarse a sí mismo. La autodeterminación, la autonomía y la relación con otros son elementos clave para el crecimiento personal y la motivación intrínseca. Estas teorías humanistas nos recuerdan que la motivación no es solo un proceso biológico o psicológico, sino también un proceso social y cultural que se desarrolla en un contexto particular.
Abraham Maslow y sus necesidades
El estudio de la motivación humana ha sido un campo fascinante que ha evolucionado a lo largo de la historia, desde las reflexiones filosóficas hasta las últimas investigaciones científicas. A través de diferentes enfoques, como el racionalismo, el empirismo, el darwinismo y el psicoanálisis, se han intentado comprender los factores que impulsan nuestra acción y comportamiento. Sin embargo, un nombre que ha dejado una huella significativa en este campo es Abraham Maslow, quien propuso una teoría fundamental sobre la motivación humana: la jerarquía de necesidades.
Maslow, psicólogo estadounidense, desarrolló su teoría en la década de 1940, basándose en su observación del comportamiento humano y en la búsqueda de un entendimiento más profundo de las motivaciones que impulsan a las personas. Su modelo se basa en la idea de que las necesidades humanas son complejas y están organizadas en una jerarquía, con cada nivel superando al anterior para ser satisfecho. Esta jerarquía se divide en cinco niveles: fisiológicas, de seguridad, de amor y pertenencia, de autoestima y autorrealización.
El modelo de Maslow sugiere que las personas están motivadas por satisfacer sus necesidades a medida que avanzan en la jerarquía. Las necesidades básicas, como la necesidad de supervivencia y el bienestar físico, son las primeras en ser satisfechas. Luego, se enfocan en necesidades de seguridad, como la estabilidad económica y la protección física. Posteriormente, las necesidades de amor y pertenencia, como la conexión social y la intimidad, se vuelven importantes. La autoestima y la autorrealización, que incluyen el desarrollo personal y la realización de uno mismo, son las últimas necesidades en la jerarquía.
Maslow argumentó que una vez que una necesidad se satisface, la persona se centra en satisfacer la siguiente en la jerarquía. Esta teoría ha sido fundamental para comprender cómo las personas se motivan a actuar y qué factores pueden influir en su comportamiento. Su modelo ha tenido un impacto significativo en el campo de la psicología y ha inspirado a muchos otros investigadores en su búsqueda por entender la motivación humana.
Carl Rogers y la autorrealización
El estudio de la motivación humana ha recorrido un largo camino desde los primeros filósofos hasta las últimas investigaciones científicas. A lo largo de este viaje, diferentes teorías han surgido para intentar comprender por qué las personas se motivan a actuar. Desde el racionalismo y el empirismo hasta el psicoanálisis y el conductismo, cada enfoque ha aportado su granito de arena al conocimiento de la motivación humana. Sin embargo, en el siglo XX, un nuevo enfoque emergió: el humanismo centrado en el individuo y su potencial para crecer y desarrollarse.
Uno de los pioneros del humanismo fue Carl Rogers, quien revolucionó la forma en que se comprendía la motivación humana. Rogers creía que cada persona tiene un “yo” innato con un potencial ilimitado para alcanzar una vida plena y significativa. Este “yo” es el centro de su teoría y se basa en la idea de que las personas son naturalmente motivadas por buscar autenticidad, crecimiento personal y desarrollo de su potencial.
Para Rogers, la motivación no se basaba en satisfacer necesidades o deseos externos, sino en la búsqueda de una experiencia genuina y auténtica. La autorrealización, según Rogers, es el proceso de vivir de acuerdo con uno mismo, de desarrollar plenamente su potencial y de alcanzar una vida plena y significativa. Para lograrlo, la persona necesita un ambiente que le permita crecer y desarrollarse sin restricciones o presiones externas.
Rogers creía que el camino hacia la autorrealización se construye a través de la experiencia empática y genuina con los demás, la aceptación de uno mismo y la confianza en sus propias capacidades. La terapia centrada en el cliente, un método desarrollado por Rogers, busca crear un espacio seguro donde las personas puedan explorar su interior, desarrollar su autoconocimiento y alcanzar una mayor autenticidad.
La neurociencia y la psicología positiva
El estudio de la motivación humana ha recorrido un largo camino desde sus inicios filosóficos hasta las investigaciones actuales. A lo largo de la historia, diferentes teorías han intentado explicar por qué las personas se motivan a actuar. Desde los primeros filósofos que exploraron conceptos como el deseo y la voluntad, hasta las últimas investigaciones en neurociencia y psicología positiva, la búsqueda de comprender la motivación ha sido constante.
En el siglo XX, las teorías humanistas emergen como un enfoque más positivo, centrándose en el desarrollo humano y la satisfacción de necesidades. Abraham Maslow propuso una jerarquía de necesidades que sugiere que las personas están motivadas por satisfacer diferentes niveles de necesidades, desde las básicas hasta la autorrealización. Carl Rogers enfatizaba la importancia del yo y la autorrealización para el desarrollo humano.
Sin embargo, en el siglo XXI, la investigación se ha expandido hacia nuevas áreas, incorporando la neurociencia y la psicología positiva. La neurociencia nos permite comprender cómo los procesos cerebrales influyen en la motivación, mientras que la psicología positiva busca identificar factores que promueven un bienestar psicológico y una mayor satisfacción personal.
La neurociencia nos revela que el cerebro juega un papel fundamental en la motivación. Estudios han demostrado que ciertas áreas del cerebro, como la amígdala y el hipocampo, son clave para la emoción y la recompensa. La psicología positiva, por su parte, se centra en el desarrollo de estrategias para aumentar la felicidad, la resiliencia y la satisfacción personal. Se ha descubierto que la autocompasión, la gratitud y la conexión social pueden ser factores claves para una mayor motivación intrínseca.
Teoría de la Expectativa (Vroom)
La motivación humana es un tema fascinante que ha sido objeto de estudio por filósofos, psicólogos y científicos durante siglos. Desde las primeras reflexiones sobre el deseo y la voluntad hasta las investigaciones modernas en neurociencia y psicología positiva, la búsqueda de comprender qué nos impulsa a actuar ha sido constante. Este viaje ha llevado a la formulación de diversas teorías que intentan explicar los factores que influyen en nuestra motivación.
En el siglo XX, la teoría de la expectativa de Vroom se erigió en una importante contribución al entendimiento de la motivación humana. Esta teoría propone que la motivación está directamente relacionada con la expectativa de que el esfuerzo realizado por un individuo conduzca a un resultado positivo, como una recompensa o un logro. Vroom argumenta que la motivación no es simplemente un estado emocional, sino que se basa en una evaluación racional del esfuerzo y sus posibles recompensas.
Para comprender mejor esta teoría, Vroom propone tres elementos clave: Expectativa de desempeño (E), Expectativa de recompensa (R) y Expectativa de poder (B). La Expectativa de desempeño (E) representa la probabilidad de que un individuo pueda hacer el trabajo o tarea con éxito. La Expectativa de recompensa (R) se refiere a la percepción del individuo sobre la valía de la recompensa potencial, mientras que la Expectativa de poder (B) se relaciona con la percepción del individuo sobre su capacidad para alcanzar el objetivo deseado.
La teoría de la expectativa de Vroom nos ofrece una perspectiva fundamental sobre cómo funciona la motivación humana. Esta teoría sugiere que la motivación no es un fenómeno pasivo, sino que está impulsada por una evaluación racional del esfuerzo y sus posibles recompensas. La teoría de Vroom nos ayuda a comprender cómo las personas se motivan a actuar, ya sea en el ámbito laboral, personal o académico.
Teoría de la Autodeterminación (Deci & Ryan)
El estudio de la motivación humana ha recorrido un largo camino desde los primeros filósofos que exploraban conceptos como el deseo y la voluntad, hasta las últimas investigaciones en neurociencia y psicología positiva. A lo largo de este viaje, diferentes teorías han surgido para intentar comprender por qué las personas se motivan a actuar. Desde la perspectiva racionalista que enfatiza la influencia de procesos mentales y físicos, hasta la teoría evolutiva que busca entender la base biológica del comportamiento motivado, cada enfoque ha aportado valiosa información al rompecabezas de la motivación humana.
Sin embargo, en el siglo XX, un nuevo enfoque emergió: la teoría de la autodeterminación. Proponida por Edward Deci y Richard Ryan, esta teoría desafía las ideas tradicionales sobre la motivación, centrándose en la importancia del individuo y su autonomía para generar la propia motivación. Deci y Ryan argumentan que la motivación intrínseca, es decir, la que surge de una necesidad de crecimiento personal y desarrollo, es mucho más poderosa y duradera que la motivación extrínseca, que se basa en recompensas o consecuencias externas.
La teoría de la autodeterminación propone que las personas son naturalmente motivadas por el deseo de tener control sobre sus vidas y tomar decisiones propias. Para Deci y Ryan, la motivación intrínseca surge cuando las personas se sienten libres para elegir sus propios objetivos y metas, y cuando tienen la oportunidad de experimentar el placer de alcanzarlos. Esto implica un sentido de autonomía, competencia y relación con el entorno. La teoría también destaca la importancia del significado que les damos a nuestras acciones, ya que esto nos impulsa a esforzarnos por lograr nuestros objetivos.
La teoría de la autodeterminación propone que la motivación humana no es simplemente una respuesta a estímulos externos, sino un proceso complejo que se basa en la necesidad de sentir control sobre nuestras vidas y tomar decisiones propias. Deci y Ryan argumentan que cuando las personas se sienten libres para elegir sus propios objetivos y metas, y tienen la oportunidad de experimentar el placer de alcanzarlos, se sienten motivadas por una fuerza interna que les impulsa a crecer y desarrollarse como individuos.
Conclusión
El estudio de la motivación humana es un viaje fascinante que ha recorrido diversos caminos a lo largo de la historia. Desde las reflexiones filosóficas sobre el deseo y la voluntad hasta las investigaciones neurocientíficas, la búsqueda de comprender qué nos impulsa ha sido constante. Las teorías que intentan explicar esta compleja dinámica han evolucionado con el tiempo, ofreciendo perspectivas cada vez más sofisticadas sobre cómo se genera el impulso para actuar.
El análisis de las diferentes teorías de la motivación nos permite comprender mejor cómo las personas se motivan a llevar a cabo acciones. Desde los inicios filosóficos, donde se exploraban conceptos como el deseo y la voluntad, hasta las últimas investigaciones que incorporan la neurociencia y la psicología positiva, cada teoría aporta una mirada particular sobre la naturaleza del impulso humano.
En el siglo XX, las teorías humanistas emergen como un enfoque más positivo, centrándose en el potencial individual y la importancia de la autodeterminación. Abraham Maslow propuso una jerarquía de necesidades que sugiere que las personas están motivadas por satisfacer diferentes niveles de necesidades, desde las básicas hasta la autorrealización. Carl Rogers enfatizaba la importancia del yo y la autorrealización para el desarrollo humano. En el siglo XXI, la neurociencia y la psicología positiva se incorporan a la investigación, ofreciendo nuevas perspectivas sobre cómo funciona la motivación en nuestro cerebro.
La teoría de la expectativa (Victor Vroom) destaca la importancia de la expectativa de que el esfuerzo conduzca a un rendimiento exitoso y una recompensa. Por otro lado, la teoría de la autodeterminación (Edward Deci y Richard Ryan) enfatiza la motivación intrínseca, donde las personas se sienten motivadas cuando tienen autonomía, competencia y relación. En definitiva, la comprensión de estas teorías nos permite comprender mejor cómo la motivación humana se manifiesta en nuestras acciones diarias.
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